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esde ayer, los que vivimos en Madrid tenemos el triste honor de tener el billete simple de autobús más caro de España. Es una nueva subida que deberemos asumir sí o sí, porque aquellos que decidimos que nos gobiernen la han aprobado. Por mucho que nos fastidie. Pero lo que sí podemos exigir es respeto. Porque los argumentos que usan para justificar sus decisiones son una vez sí y la otra también una insoportable falta de respeto.
Es suficiente que digan: "Lo hemos hecho porque creemos que debemos hacerlo y podemos hacerlo". Y no que traten de hacernos comulgar con auténticas ruedas de molino. La responsabilidad de una decisión es suya y no de quienes debemos soportarla. Al final, oyéndolos, transmiten la sensación de que actúan así porque otros les hemos o les han llevado a tener que tomar esa decisión. Ya es hora de que los políticos traten a los consumidores como adultos en sus argumentaciones y que no piensen que la debilidad de nuestra memoria (que no es tal) les permite decir hoy una cosa y mañana la contraria que siempre se encontrarán argumentos para sostener ambas. Y ese trato exige, al menos, un poquito de coherencia. Todos recordamos las tonterías que tuvimos que escuchar para justificar la imposición y subida de las tasas de basuras en tantas ciudades españolas (y que en estos momentos padecen nuestros amigos valencianos). La mayoría hemos podido comprobar cómo se trataba, se trata, de una simple medida recaudatoria ya que la calidad del servicio no ha mejorado, cuando no ha empeorado. El pago de un servicio, el transporte público, por ejemplo, debería guardar relación con la calidad de su prestación. ¿Alguien hay tan iluso que piensa que en Madrid mejorará algo tras la subida, si como decía un compañero, lo que ha subido es un título que según el propio consejero de transporte en ejercicio no existe (sic!)? Lo dicho: las decisiones se toman como actos de gobierno. Pero por favor, señores políticos, a la hora de explicarlas sean serios y dígannos las verdaderas razones. Si no, mejor, cállense.
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